Desde que tengo uso de razón conozco el ascensor Barón, solía ir al Persa, ha comprar algún pantalón a precio menor. Por estos quioscos laberínticos con mi madre comprábamos un helado y al final siempre subíamos por el Barón, por donde accedíamos a un mirador.
Siempre me gustaron sus carros, madera y fierro mezclados, a través de sus vidrios veías crecer los cerros y Valparaíso. Arriba en su estación, siempre me recibía su conductor, un caballero amable que siempre me dejaba pasar a ver el motor que tronaba con ruido ensordecedor bajo el freno y volante de conducción.
Valparaíso cambia y el ascensor no es la excepción, ahora compro en una multitienda cuando necesito un pantalón y cuando entro al nuevo ascensor, sus carros son de aluminio con cemento mezclados, la vista a Valparaíso me la cambiaron por un espejo y al final del trayecto me deja en un estacionamiento,
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