Escencia

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jueves, 15 de diciembre de 2011

Desde la vereda de enfrente

Soy Colocolino desde los 5 años cuando apenas entendía por que la gente corría detrás de un balón de futbol y un equipo de blanco emocionaba a un país con una copa. No solo adquirí un color ese día sino que también una historia y todo lo que conlleva eso, enemigos y rivales.


El día de ayer fue un día histórico donde el archirrival estaba en instancia decisiva, es por esta razón que quise acompañar a un par de amigos de la U para alentarlos y darle mi apoyo desde la vereda de enfrente. En lo que llevo de vida simpatizantes y oportunistas he conocido muchos, pero hinchas de verdad pocos, de estos incondicionales y locos que siguen a todas partes, sufridos e insistentes, con este tipo de gente me quería juntar, destino bar la playa algo imparcial pues a esta altura todo estaba lleno.


Llegamos a un bar no muy repleto pero con gente del equipo, se sentían nerviosos no hablaban mucho y solo atinaban tragar su cerveza hasta que empezó el partido. Dos minutos y el primer gol, la mayoría del bar saltó de la alegría y uno que otro desconocido atino abrazarme. Al ser un infiltrado atine a dar la mano, ya que al no ser mi quipo es difícil sentirlo como propio. Pero debo admitir que la felicidad en sus rostros y el llanto de algunos me hizo esbozar una sonrisa.


Aun tengo fresca en la memoria a invitación de un amigo a ver la final del 2006 que resulto ser un clásico junto a su padre chucho, en donde en ningún momento hubo mufa y rabia por el contrario hubo felicitaciones y alegría una vez terminado el partido. Demostrado la clase y caballerosidad de la vieja escuela donde las rivalidades son un juego y no algo por que matarse, y esto hay que tenerlo presente.


El partido estaba entretenido y entre sorbos de cervezas los hinchas me hacían cometarios de cambios y jugadores como si yo fuera uno de ellos, a lo que atinaba a responder lo poco y nada que sabia de su institución tratando de no levantar sospechas hasta que terminara el primer tiempo.


Ya se sentía algo en aire, a lo que fui al baño y un tipo me empezó hablar de su fanatismo e historia con la U, gente sufrida y de esfuerzo que se merecía una alegría tan grande. Mi amigo era el mas agradecido de mi presencia y no dejaba de decirlo, quizás vio en la compañía de algo tan importante siendo de la vereda de enfrente, como un gesto de tremenda amistad.


El resto ya es historia segundo y tercer gol todo se vino a bajo, desde mi posición no debería sentir la alegría de otros como propia, pero la verdad es que se contagiaba y atine a felicitarlos y aplaudir el tremendo partido jugado.


Los azares me hizo vivir y ver este acontecimiento tras 84 años de espera, algo que gente como mi abuela paterna, fanática de la U, en vida jamás vivió, aunque donde quiera que este feliz ha de estar por que por primera y única vez brindamos por la Universidad.