Esta nueva ida a Valdivia aparte de unos
kilos de mas y nuevos personajes a mi listas de contactos, me dejo hechos que marcan vidas.
Yo había escuchado sobre la hospitalidad sureña pero
sinceramente el recibimiento que tuve superó con creces lo pensado, con comidas
típica , mucha cerveza y nuevas amistades, que siempre resulta ser lo mejor de
los viajes.
En esta ocasión viajamos para el cierre del segundo nivel de
escuelas de rock, en el Teatro Lord Cochran de Valdivia. Fuera de la la rapidez, los cambios, las
presentaciones de los músicos y la vorágine de la producción. Existe un momento
que te marca, la instancia de mutuo aprendizaje y que recordaras por siempre.
“Estábamos apunto de comenzar el segundo bloque de
presentaciones y tras bambalinas había una banda neófita, compuesta por 3 niños
de 12 y 14 años y una vocalista femenina de 15 años. Llamados “Avenida
Tentación” ellos 4 jamás se habían subido a un escenario y con los nervios
propio de una primera presentación en un teatro lleno llega el guitarrista de
la banda para decirme que nunca había enchufado su guitarra electroacústica y
no sabía si iba a sonar, ya que no habían alcanzado aprobar sonido.
Mientras Javier Aravena, músico blusero con una trayectoria
reconocida, querido e idolatrado en su ciudad natal estaba en los acordes final
de su presentación, lo que exacerbo los nervios de los chicos, a lo que me
acerque al guitarrista diciéndole:
¿ Crees en algo?.. a lo que dubitativamente me respondió que
Si
Entonces mejor encomiéndate por que no tengo de donde sacar
una guitarra a esta altura.
Paralelamente Javier Aravena se despedida de su público y
entraba a bambalinas entre felicitaciones y aplausos se me ocurrió preguntarle si
le podía prestar la guitarra al chico que le falló la suya y estaba apunto de subirse, Javier
nos quedo mirando y sin dudarlo dijo que SI
Los ojos del niño casi se salieron cuando Javier se saco la
guitarra que acaba de usar se la puso y
afino mientras el chico la sostenía con emoción a lo que le dije vas a tocar
con la guitarra del maestro.
El niño impávido y cuasi petrificado no supo que decir, en
eso les dije ya arriba les toca tocar y así tan rápido como paso esto, se
subieron y bajaron del escenario”.
Quien sabe en que se convierta en el futuro, si seguirán tocando o no, quizas el tiempo les ayude a ver lo simbólico que fue ese momento para mi, donde una generación de músicos
luchadores y entregados le pasaba el bastión a una nueva llena de ilusiones. Y eso señores es Escuelas de Rock, una reinvención constante llena de momentos
que marcan vidas.