En este afán eterno de encontrar la felicidad
y de querer tener siempre lo que no tenemos. Me he encontrado con dos casos muy
cercanos donde los cambios violentos son la constante.
Un acto egoísta dirán algunos, un acto de
valentía, una locura o simplemente una revolución, lo que sinceramente me ha
llamado mucho la atención. Es su desapego con lo hecho con sus vidas hasta ese
momento y la valentía de generar dicho cambios.
Uno en busca de su sueño fue capaz de dejar a
su pareja perder su casa sus perros y sin inmutarse se cambio de ciudad en una
especie de revival adolecente que lo llevo vivir a una pieza en una residencial.
Lo vi hace un par de días confundido pero muy convencido y debo confesar que
aunque me chocaron sus decisiones nunca lo había visto tan feliz.
El otro caso es alguien que se cambio de
trabajo, nada fuera de normal pero esta decisión lo auto exilio a la ciudad del
ruido donde no tiene tiempo ni para dormir. No fue por dinero, pero esta
decisión aparte de cambiarlo de entorno lo transformo en soltero tirando por la
borda toda la proyección familiar.
La capacidad de desprendimiento de estos dos
personajes suelen ser como una inspiración para alguien que se declara un enemigo
de los cambios.
Sinceramente no me gusta cambiarme de casa,
cortarme el pelo, tengo la misma banda del colegio, me apego los colores y formas establecidas por mi y
espero tener por siempre a la mujer que me acompaña.
La velocidad actual del mundo no ensimisma en
una vorágine donde la frase Jhon Lennon “La vida es todo
aquello que pasa, mientras uno esta ocupado haciendo
otra cosa. Cobra un sentido
abrumador.
Pero quizás ahora ya sea momento de cambiar
No hay comentarios:
Publicar un comentario